lanadacotidiana es el primer largometraje escrito y dirigido por
Fátima Luzardo, actriz, profesora y directora de teatro que cuenta con una
amplia experiencia en el ámbito cinematográfico y que debuta con este sensible
y personal proyecto. Este film es una proeza en la actual situación económica y
moral en la que nos encontramos, parte de unos medios propios y de la
colaboración de profesionales y personas que se acercan al cine de manera
amateur. Esta manera de producir el film, de la mano de Creaciones La Nada de
Juan Carlos Padrón y la propia Fátima, es sintomática del camino por el que irá
desarrollándose la creación artística a partir de ahora con el reducido
horizonte económico, y el contenido mismo de la película, a un paso entre
realidad y ficción, deambula también por la superficie de las cotidianas
preocupaciones actuales.
Fátima Luzardo, actriz, profesora y directora de teatro que cuenta con una
amplia experiencia en el ámbito cinematográfico y que debuta con este sensible
y personal proyecto. Este film es una proeza en la actual situación económica y
moral en la que nos encontramos, parte de unos medios propios y de la
colaboración de profesionales y personas que se acercan al cine de manera
amateur. Esta manera de producir el film, de la mano de Creaciones La Nada de
Juan Carlos Padrón y la propia Fátima, es sintomática del camino por el que irá
desarrollándose la creación artística a partir de ahora con el reducido
horizonte económico, y el contenido mismo de la película, a un paso entre
realidad y ficción, deambula también por la superficie de las cotidianas
preocupaciones actuales.
No es una película propiamente dicha,
es un viaje visual, en un continuo movimiento circular alrededor de epicentros
tales como la ciudad/hombre o la realidad/ficción. Es decir, dualidades que
contienen la esencia misma de la película a modo de margen y donde las
emociones son los personajes en sí y no el cuerpo que las contiene. Para la
directora existen elementos autobiográficos que se mezclan con la sensación
compartida con los espectadores, que experimentan una suerte de “yo viví algo parecido”. Ese
movimiento en círculos generado por la ciudad es indiferente a sus personajes
que se mueven como satélites entorno a ella. Ellos sobreviven en la urbe
afrontando cada obstáculo o generando un aletargamiento, viendo la vida pasar, en
su propio cubículo personal.
es un viaje visual, en un continuo movimiento circular alrededor de epicentros
tales como la ciudad/hombre o la realidad/ficción. Es decir, dualidades que
contienen la esencia misma de la película a modo de margen y donde las
emociones son los personajes en sí y no el cuerpo que las contiene. Para la
directora existen elementos autobiográficos que se mezclan con la sensación
compartida con los espectadores, que experimentan una suerte de “yo viví algo parecido”. Ese
movimiento en círculos generado por la ciudad es indiferente a sus personajes
que se mueven como satélites entorno a ella. Ellos sobreviven en la urbe
afrontando cada obstáculo o generando un aletargamiento, viendo la vida pasar, en
su propio cubículo personal.
La película se mueve así entre
márgenes, sin distinguir entre la realidad de un actor que interpreta un papel
o la ficción de la ciudad como escenario de hechos reales. lanadacotidiana se convierte en una sinfonía de los márgenes,
siendo el hecho musical muy importante,
no en cuanto a la música de forma literal, sino al ritmo visual, pues rinde
homenaje a esas composiciones urbanas, raras avis en la historia del cine pero
de presencia imponente en la memoria retiniana de la directora. En este film de
Fátima Luzardo el sonido, o la música urbana, lo produce la propia ciudad.
márgenes, sin distinguir entre la realidad de un actor que interpreta un papel
o la ficción de la ciudad como escenario de hechos reales. lanadacotidiana se convierte en una sinfonía de los márgenes,
siendo el hecho musical muy importante,
no en cuanto a la música de forma literal, sino al ritmo visual, pues rinde
homenaje a esas composiciones urbanas, raras avis en la historia del cine pero
de presencia imponente en la memoria retiniana de la directora. En este film de
Fátima Luzardo el sonido, o la música urbana, lo produce la propia ciudad.
La creadora entiende que todo
comienza, tanto la creación como el día a día, con la capacidad de percepción
del hombre, porque parte de la premisa de la observación pasiva de la contemplación.
Es la forma de percibir el entorno tanto en forma de mapas personales como de
mapa urbano que nos abriga. Podría decirse que ese mapa dual es una ciudad
utópica, que no existe. Primero, porque parte de la ficción que supone la
selección de un encuadre, y segundo, porque es el resultado de la unión de
retazos de diferentes ciudades comunes –urbe física- y personales –urbe mental-
entre sí.
comienza, tanto la creación como el día a día, con la capacidad de percepción
del hombre, porque parte de la premisa de la observación pasiva de la contemplación.
Es la forma de percibir el entorno tanto en forma de mapas personales como de
mapa urbano que nos abriga. Podría decirse que ese mapa dual es una ciudad
utópica, que no existe. Primero, porque parte de la ficción que supone la
selección de un encuadre, y segundo, porque es el resultado de la unión de
retazos de diferentes ciudades comunes –urbe física- y personales –urbe mental-
entre sí.
Las localizaciones forman un
tándem irreal que abriga lo fílmico y lo no fílmico, porque pasa por una serie
de no lugares que identificamos como cotidianos pero que no son más que
espacios de transición. Y es ese concepto, la transitoriedad, un elemento
indispensable en la ópera prima de esta directora. Los lugares de tránsito que
teóricamente están conformados por estaciones, parques, centros comerciales,
etc, están reducidos a la mínima expresión de la mano de Luzardo, como una
silla, una terraza, un cine, una piscina. Pues para ella son lugares en los que
sufrimos un desprendimiento personal, algo de nuestra energía vital se queda
habitando esas zonas.
tándem irreal que abriga lo fílmico y lo no fílmico, porque pasa por una serie
de no lugares que identificamos como cotidianos pero que no son más que
espacios de transición. Y es ese concepto, la transitoriedad, un elemento
indispensable en la ópera prima de esta directora. Los lugares de tránsito que
teóricamente están conformados por estaciones, parques, centros comerciales,
etc, están reducidos a la mínima expresión de la mano de Luzardo, como una
silla, una terraza, un cine, una piscina. Pues para ella son lugares en los que
sufrimos un desprendimiento personal, algo de nuestra energía vital se queda
habitando esas zonas.
El juego de realidad y ficción
que la película tiene preparado está desprovisto de cualquier boato técnico. La
imagen desnuda, potente e hipnótica de diferentes lugares de la ciudad y
estancias escogidas en interiores están dotadas de una sinceridad visual que se
vuelve música sorda para los espectadores. De tal manera que cuando Fátima
Luzardo realiza un plano de un personaje vemos el equivalente humano de esas
vistas de la ciudad, mapas faciales donde los pensamientos se vuelven piel y
músculo. Por esto los límites entre la realidad y su opuesto no están definidos
de una manera abrupta, sino de una forma transitoria, cerca del margen. El
entorno o atmósfera de cada uno de nosotros no es sólo nuestro. Contaminamos
con nuestra presencia u ausencia a todos los que nos rodean sean o no
conocidos.
que la película tiene preparado está desprovisto de cualquier boato técnico. La
imagen desnuda, potente e hipnótica de diferentes lugares de la ciudad y
estancias escogidas en interiores están dotadas de una sinceridad visual que se
vuelve música sorda para los espectadores. De tal manera que cuando Fátima
Luzardo realiza un plano de un personaje vemos el equivalente humano de esas
vistas de la ciudad, mapas faciales donde los pensamientos se vuelven piel y
músculo. Por esto los límites entre la realidad y su opuesto no están definidos
de una manera abrupta, sino de una forma transitoria, cerca del margen. El
entorno o atmósfera de cada uno de nosotros no es sólo nuestro. Contaminamos
con nuestra presencia u ausencia a todos los que nos rodean sean o no
conocidos.
Por eso la fotografía está muy
presente, y en muchos casos determina el carácter y color de la secuencia.
Elementos netamente plásticos como el uso de sombras y los objetos que aparecen aleatoriamente escogidos,
son los márgenes del personaje que se encuadra, restos de ese calor que dejaron
en un “no lugar”. No es nuestra finalidad la pertenencia a un lugar real; al
final es el propio tránsito vital el que termina siendo un “no lugar”, formando
la otra cara de la ciudad mediante luces y sombras. Esta película muestra así
la otra cara de una ciudad, que no aparece en la visión de aquella urbe modelo
de arquitecturas, de casas, de museos, de azoteas, supermercados que representan
el deteriorado concepto de ciudad que debe responder a la cohesión social, es
decir, a la unión no-desnaturalizada de los habitantes que transitan por ella,
en ocasiones en el margen al descuido de
los órganos de control. La ciudad es un lugar donde hay que conocer y vivir,
una ilusión que nace de la necesidad del aquí y ahora, un prólogo que se
convierte en epílogo poético con una suave voz en off.
presente, y en muchos casos determina el carácter y color de la secuencia.
Elementos netamente plásticos como el uso de sombras y los objetos que aparecen aleatoriamente escogidos,
son los márgenes del personaje que se encuadra, restos de ese calor que dejaron
en un “no lugar”. No es nuestra finalidad la pertenencia a un lugar real; al
final es el propio tránsito vital el que termina siendo un “no lugar”, formando
la otra cara de la ciudad mediante luces y sombras. Esta película muestra así
la otra cara de una ciudad, que no aparece en la visión de aquella urbe modelo
de arquitecturas, de casas, de museos, de azoteas, supermercados que representan
el deteriorado concepto de ciudad que debe responder a la cohesión social, es
decir, a la unión no-desnaturalizada de los habitantes que transitan por ella,
en ocasiones en el margen al descuido de
los órganos de control. La ciudad es un lugar donde hay que conocer y vivir,
una ilusión que nace de la necesidad del aquí y ahora, un prólogo que se
convierte en epílogo poético con una suave voz en off.
En el proceso creativo las preguntas
que nos hacemos a nosotros mismo nos definen como individuos. Es una actitud
ante la creación regalar y cuestionar la obra. La transitoriedad de la que
parte la película empieza por la soledad
inherente a los lugares en los que el asfalto gana a la naturaleza. Este principio
no significa ahondar en el aspecto del aislamiento del hombre, sino en la
melancólica sensación de lo que se transmuta. Pues para lanadacotidiana el acto de caminar y habitar por la ciudad no se
pierde ni se destruye, sólo se transforma en un hálito de energía que recorre
una y otra vez aquellos espacios que en un momento fueron escenario.
que nos hacemos a nosotros mismo nos definen como individuos. Es una actitud
ante la creación regalar y cuestionar la obra. La transitoriedad de la que
parte la película empieza por la soledad
inherente a los lugares en los que el asfalto gana a la naturaleza. Este principio
no significa ahondar en el aspecto del aislamiento del hombre, sino en la
melancólica sensación de lo que se transmuta. Pues para lanadacotidiana el acto de caminar y habitar por la ciudad no se
pierde ni se destruye, sólo se transforma en un hálito de energía que recorre
una y otra vez aquellos espacios que en un momento fueron escenario.
La ciudad es un concepto asumido
de manera colectiva como un esquema prediseñado, algo normalizado y
estandarizado, un continuum
artificial analizado bajo mil prismas artísticos. En este caso Fátima Luzardo
usa el lenguaje del cine como expresión artística que de manera inevitable
lleva asociado un estilo fotográfico de una riqueza especial y una filosofía de
la vida cercana a lo cotidiano y profundamente personal. Esa idea de ciudad es
inherente a la condición de hábitat en comunidad. George Steiner en su obra Las diez razones para la tristeza del
pensamiento, habla de la noción de “ruido de fondo” como una inapreciable
huella del big-bang, como una irradiación de una huella oscura y primigenia.
Luzardo no es partícipe ni afín al velo de tristeza que denota esta idea
promulgada desde el ámbito filosófico, pero sí a la capacidad vital de
sobreponerse a esa melancolía. Es ese ruido de fondo el sonido propio de la
ciudad y del andar del hombre por ella, el refugio de los no-lugares para el
tranquilo tránsito de la vida. lanadacotidiana
se mueve como film en el margen de la realidad.
de manera colectiva como un esquema prediseñado, algo normalizado y
estandarizado, un continuum
artificial analizado bajo mil prismas artísticos. En este caso Fátima Luzardo
usa el lenguaje del cine como expresión artística que de manera inevitable
lleva asociado un estilo fotográfico de una riqueza especial y una filosofía de
la vida cercana a lo cotidiano y profundamente personal. Esa idea de ciudad es
inherente a la condición de hábitat en comunidad. George Steiner en su obra Las diez razones para la tristeza del
pensamiento, habla de la noción de “ruido de fondo” como una inapreciable
huella del big-bang, como una irradiación de una huella oscura y primigenia.
Luzardo no es partícipe ni afín al velo de tristeza que denota esta idea
promulgada desde el ámbito filosófico, pero sí a la capacidad vital de
sobreponerse a esa melancolía. Es ese ruido de fondo el sonido propio de la
ciudad y del andar del hombre por ella, el refugio de los no-lugares para el
tranquilo tránsito de la vida. lanadacotidiana
se mueve como film en el margen de la realidad.