“…y después el agua que
es el gran anillo que nos abraza.”
es el gran anillo que nos abraza.”
Manuel Mendive.
Entrevista de Orlando Britto Jinorio del catálogo Shangó y la vida.
Entrevista de Orlando Britto Jinorio del catálogo Shangó y la vida.
Estirar y alcanzar, echar raíces en el suelo. Esa es la
simbiosis en la que se encuentra inmerso el maestro Manuel Mendive, artista
cubano que ya ha superado los setenta años justo en el intervalo de tiempo en el que se cumplen
cincuenta años desde el inicio de su trayectoria artística. La fundamentalidad
de su obra es contener y utilizar la contemporaneidad de lenguajes plásticos
junto a la tradición africana y la religión yoruba, una coherencia de
equilibrio natural donde hombre/animal/vegetal se funden en abrazos
universales.
simbiosis en la que se encuentra inmerso el maestro Manuel Mendive, artista
cubano que ya ha superado los setenta años justo en el intervalo de tiempo en el que se cumplen
cincuenta años desde el inicio de su trayectoria artística. La fundamentalidad
de su obra es contener y utilizar la contemporaneidad de lenguajes plásticos
junto a la tradición africana y la religión yoruba, una coherencia de
equilibrio natural donde hombre/animal/vegetal se funden en abrazos
universales.
Cincuenta años de trayectoria es un lapso impresionante, no
sólo por la cantidad de años transcurridos en los que como artista y hombre
puede estar sujeto a derivas de la vida, sino porque a pesar de esto la
plástica de Mendive siempre ha mantenido una suerte de mesura entre la bondad y
belleza de la naturaleza y la historia cruenta de los antepasados africanos de
la isla de Cuba. Una suerte de encierro natural en paz y armonía por
interdependencia y coherencia sin dominación entre las figuras que conviven en
sus obras con hitos que representan la trata de esclavos negros desde la
conquista de la isla.
sólo por la cantidad de años transcurridos en los que como artista y hombre
puede estar sujeto a derivas de la vida, sino porque a pesar de esto la
plástica de Mendive siempre ha mantenido una suerte de mesura entre la bondad y
belleza de la naturaleza y la historia cruenta de los antepasados africanos de
la isla de Cuba. Una suerte de encierro natural en paz y armonía por
interdependencia y coherencia sin dominación entre las figuras que conviven en
sus obras con hitos que representan la trata de esclavos negros desde la
conquista de la isla.
Que los esclavos hayan hecho posible la existencia de la
superioridad de castas sociales es una realidad, pues representan ese devenir
demoníaco de los procesos políticos de dominación. En la actualidad existen
bálsamos de expresión entorno a esta historia colectiva en la obra de Mendive
la naturaleza contiene todo lo que requieren los cuerpos y los espíritus de los
hombres. En las ciudades sólo se encuentra lo que requiere el hombre
desconectado de su propia carne. La noción de paisaje en Las obras de Mendive adquiere
una importancia vital como paraíso encontrado. Alejado totalmente de la
profusión urbana, la propia casa del maestro, “Manto blanco”, se mueve entre
oníricos fondos donde la prioridad no es el misterio banal sino la originalidad
del principio materno, con un sentido de cobertura de los ciclos temporales. El
espacio que habita y transmite en sus obras se torna absoluto alejado del fondo
privilegiado, es simplemente sugerido, algo que no existe en torno a nosotros
sino que pertenece a la textura global de los sueños dentro del imaginario
yoruba, porque el discurso que siempre se mantienen en su obra es el mismo, la
vida.
superioridad de castas sociales es una realidad, pues representan ese devenir
demoníaco de los procesos políticos de dominación. En la actualidad existen
bálsamos de expresión entorno a esta historia colectiva en la obra de Mendive
la naturaleza contiene todo lo que requieren los cuerpos y los espíritus de los
hombres. En las ciudades sólo se encuentra lo que requiere el hombre
desconectado de su propia carne. La noción de paisaje en Las obras de Mendive adquiere
una importancia vital como paraíso encontrado. Alejado totalmente de la
profusión urbana, la propia casa del maestro, “Manto blanco”, se mueve entre
oníricos fondos donde la prioridad no es el misterio banal sino la originalidad
del principio materno, con un sentido de cobertura de los ciclos temporales. El
espacio que habita y transmite en sus obras se torna absoluto alejado del fondo
privilegiado, es simplemente sugerido, algo que no existe en torno a nosotros
sino que pertenece a la textura global de los sueños dentro del imaginario
yoruba, porque el discurso que siempre se mantienen en su obra es el mismo, la
vida.
En todas sus pinturas, dibujos, esculturas, instalaciones, performance y body art, persiste una ritualidad, gestualidad e inconsciencia
corporal divina. El tiempo aquí no se desglosa del espacio, el sentido de uno
se descubre inmediatamente sin la mediación intelectual del ego artístico. Es
desde las profundidades del infierno y de las alturas del paraíso en la línea
en la que se mueve Mendive, porque su paisaje es mágico, florece, muere y se
alimenta de nuevo en cada nuevo nacimiento.
corporal divina. El tiempo aquí no se desglosa del espacio, el sentido de uno
se descubre inmediatamente sin la mediación intelectual del ego artístico. Es
desde las profundidades del infierno y de las alturas del paraíso en la línea
en la que se mueve Mendive, porque su paisaje es mágico, florece, muere y se
alimenta de nuevo en cada nuevo nacimiento.
Hay dos orígenes en las figuras de Mendive, el primero
arborescente que se iza del suelo elevándose por encima de las copas de los
árboles para su segundo nacimiento, espiritual y no biológico. Hablamos del Mundus: imagen, símbolo y mito, no en el
sentido heideggeriano de retórica demoniaca entre sociedad humana y seres
naturales como enemigos del alma, lo opuesto a lo sagrado, pues mundus viene del latín munditia, lo opuesto al desecho y al
excremento. Mendive parte del agujero profundo de la naturaleza, nada aséptico,
y lleno de sentido del terruño fecundo donde germina y se nutre el estuario de
fuerzas ocultas, una verdadera boca manadora cuya ambigüedad es la vida y la
muerte, la fecundidad y la destrucción. Los seres que salen de ese agujero,
crisol de identidades que para Dayrs J.
Vázquez Aguiar se sostienen en el recorrido cultural que comienza en “África [que] está en él, a través de su condición de
artista del siglo XXI que vive y trabaja en una pequeña isla del Caribe. Como
cubano, [que] involucra la obra con su realidad, pero también, con la realidad
del hombre latinoamericano y con la del hombre de la cartografía mundial. ”,y dan
cuenta de una extraña y poderosa presencia-ausencia donde la naturaleza se
representa mediante un proceso figurativo que prospera sobre un juego de
escenificaciones. Mendive se erige como heredero de singulares tradiciones
religiosas, verdaderos orígenes del sincretismo místico donde confluyen
importantes imágenes simbólicas del mundo y un deseo que jamás desaparece y que
nunca detiene su continuo movimiento, escuchar el agua que le interroga continuamente.
arborescente que se iza del suelo elevándose por encima de las copas de los
árboles para su segundo nacimiento, espiritual y no biológico. Hablamos del Mundus: imagen, símbolo y mito, no en el
sentido heideggeriano de retórica demoniaca entre sociedad humana y seres
naturales como enemigos del alma, lo opuesto a lo sagrado, pues mundus viene del latín munditia, lo opuesto al desecho y al
excremento. Mendive parte del agujero profundo de la naturaleza, nada aséptico,
y lleno de sentido del terruño fecundo donde germina y se nutre el estuario de
fuerzas ocultas, una verdadera boca manadora cuya ambigüedad es la vida y la
muerte, la fecundidad y la destrucción. Los seres que salen de ese agujero,
crisol de identidades que para Dayrs J.
Vázquez Aguiar se sostienen en el recorrido cultural que comienza en “África [que] está en él, a través de su condición de
artista del siglo XXI que vive y trabaja en una pequeña isla del Caribe. Como
cubano, [que] involucra la obra con su realidad, pero también, con la realidad
del hombre latinoamericano y con la del hombre de la cartografía mundial. ”,y dan
cuenta de una extraña y poderosa presencia-ausencia donde la naturaleza se
representa mediante un proceso figurativo que prospera sobre un juego de
escenificaciones. Mendive se erige como heredero de singulares tradiciones
religiosas, verdaderos orígenes del sincretismo místico donde confluyen
importantes imágenes simbólicas del mundo y un deseo que jamás desaparece y que
nunca detiene su continuo movimiento, escuchar el agua que le interroga continuamente.
El vacío no existe en la obra de Mendive, esto se debe a la
supervivencia de las figuras como elementos centrales del paisaje pictórico del
artista y que en sus performance se transforma en una textura que se diferencia
del fondo, preservando la imagen pura de los seres que sobreviven en los
simulacros de supervivencia de la tradición. No existe la forma cristiana del
pecado, ni las estructuras desencajadas de la expiación, es el orden del universo
y la fuerza uterina lo que pone todo en su lugar, a su debido tiempo. Por eso
sus obras manifiestamente multidisciplinares en las que performance, body art,
danza y música tradicional confluyen, son el acto artístico total en su
imaginario, pues el artista concibe el cuerpo como árbol que aboga por una
forma de lo social, tal y como expresaría Deleuze, una sociedad arborescente en oposición a la
dominación.
supervivencia de las figuras como elementos centrales del paisaje pictórico del
artista y que en sus performance se transforma en una textura que se diferencia
del fondo, preservando la imagen pura de los seres que sobreviven en los
simulacros de supervivencia de la tradición. No existe la forma cristiana del
pecado, ni las estructuras desencajadas de la expiación, es el orden del universo
y la fuerza uterina lo que pone todo en su lugar, a su debido tiempo. Por eso
sus obras manifiestamente multidisciplinares en las que performance, body art,
danza y música tradicional confluyen, son el acto artístico total en su
imaginario, pues el artista concibe el cuerpo como árbol que aboga por una
forma de lo social, tal y como expresaría Deleuze, una sociedad arborescente en oposición a la
dominación.
Pero Manuel Mendive parece
no querer responder con sus arquetípicas figuras a ninguna ansia política, a
pesar del marco político-social, puesto que ya desde su condición de santero
conecta cada época o modelo concreto que le interesa con la naturaleza como
forma de posicionamiento vital. Esta primacía de la belleza se coloca
drásticamente frente a una vertiente más crítica, poner a salvo el acervo
cultural derivado del sufrimiento de un tránsito de hombre libre a esclavo y de
esclavo hacia esa sensación de haber perdido el barco. Puede llegar a
interpretarse como algo elegiaco el camino recorrido por un artista con un
imaginario tan potente como consciente de su potencia natural. Los figuras en
Mendive ¿qué es lo que piensan?; son muy distintas al espectador y parecen
rezumar un conocimiento arcano que celebran la riqueza del mundo. Su frontalidad les da un carácter mítico que conecta
los tiempos pasado, presente y futuro, con formas híbridas, caracolas kaury,
hachas de doble filo, flechas y demás alusiones de la religión yoruba y valores
afrocaribeños.
no querer responder con sus arquetípicas figuras a ninguna ansia política, a
pesar del marco político-social, puesto que ya desde su condición de santero
conecta cada época o modelo concreto que le interesa con la naturaleza como
forma de posicionamiento vital. Esta primacía de la belleza se coloca
drásticamente frente a una vertiente más crítica, poner a salvo el acervo
cultural derivado del sufrimiento de un tránsito de hombre libre a esclavo y de
esclavo hacia esa sensación de haber perdido el barco. Puede llegar a
interpretarse como algo elegiaco el camino recorrido por un artista con un
imaginario tan potente como consciente de su potencia natural. Los figuras en
Mendive ¿qué es lo que piensan?; son muy distintas al espectador y parecen
rezumar un conocimiento arcano que celebran la riqueza del mundo. Su frontalidad les da un carácter mítico que conecta
los tiempos pasado, presente y futuro, con formas híbridas, caracolas kaury,
hachas de doble filo, flechas y demás alusiones de la religión yoruba y valores
afrocaribeños.
Todas estas cuestiones, los cuerpos, los dioses, los
colores, la naturaleza y mucho más, es el mundo en la cabeza del maestro con su
poética y su cubanidad llevada, asumida y pensada de forma universal. Pedro García
Cabrera en su ensayo El hombre en función
del paisaje propone una contemplación integral del mismo, una peculiaridad que
supone una alianza total entre fondo y
forma, en la que el paisaje aporta la singularidad de los que viven en él. Una
actitud regionalista igualmente universal con el agua, potencialmente, como un “anillo que nos abraza”.
colores, la naturaleza y mucho más, es el mundo en la cabeza del maestro con su
poética y su cubanidad llevada, asumida y pensada de forma universal. Pedro García
Cabrera en su ensayo El hombre en función
del paisaje propone una contemplación integral del mismo, una peculiaridad que
supone una alianza total entre fondo y
forma, en la que el paisaje aporta la singularidad de los que viven en él. Una
actitud regionalista igualmente universal con el agua, potencialmente, como un “anillo que nos abraza”.
En la galería de Arte Artizar, vinculada con la obra de Mendive, con su muestra Pequeñas fugas se rinde un escueto y contundente homenaje a este año tan especial que nos sobrepasa ahora. Cincuenta años del maestro, celebrados en La Laguna.
Fotografías cortesía de Galería de Arte Artizar.