“Sensibilidad,
oscuridad, profundidad…
oscuridad, profundidad…
En definitiva, la realidad del subconsciente
más interno.
más interno.
Les invito a que vayan
y experimenten la sensación del ver
y experimenten la sensación del ver
reflejados los enigmas de lo intrínseco.”
Stunt.
Dejar de buscar y ponerse manos a
la obra es lo que parece hacer Alejandro Marrero en su exposición individual de
la sala Stunt. Con unas sombrías y efímeras formas ilustra suficientemente, sin
mediar el intelecto humano, la forma
total corporeizando vagamente siluetas en medio de la naturaleza. Ésta no como
paisaje que rodea a la figura sino como abstracción en la que nada la
transparencia del cuerpo, un producto subjetivo que emana de él. El artista
lagunero elabora una suerte de Rayos x que desmadejan la figura atravesando
cuerpos opacos, alargándolos con la fatuidad anatómica del ser-para-otro sartriano, esa incapacidad de la que habla Sartre para
captar nuestro propio reflejo. En definitiva, una búsqueda en la transparencia
de lo corporal.
la obra es lo que parece hacer Alejandro Marrero en su exposición individual de
la sala Stunt. Con unas sombrías y efímeras formas ilustra suficientemente, sin
mediar el intelecto humano, la forma
total corporeizando vagamente siluetas en medio de la naturaleza. Ésta no como
paisaje que rodea a la figura sino como abstracción en la que nada la
transparencia del cuerpo, un producto subjetivo que emana de él. El artista
lagunero elabora una suerte de Rayos x que desmadejan la figura atravesando
cuerpos opacos, alargándolos con la fatuidad anatómica del ser-para-otro sartriano, esa incapacidad de la que habla Sartre para
captar nuestro propio reflejo. En definitiva, una búsqueda en la transparencia
de lo corporal.
¿Qué respuestas han dado los artistas
contemporáneos a la visualidad como
reflejo que indaga en lo que parece imperceptible? ¿Una forma distinta de habitar y representar
el cuerpo? Esas respuestas, y en el caso de este artista, se dan generando una
condición inconclusa del cuerpo y estableciendo relaciones entre el fragmento y
la imposibilidad de la unidad como una totalidad corporal. Donde el cuerpo se
comporta como cara, como rostro en el espejo o reflejo volátil sin asidero
posible en la retina. El artista establece como solución a este interrogante
visual la yuxtaposición entre cuerpo y faz, una forma de establecer la
diferencia entre identidad –dada de forma primitiva por la cara- y colectividad
–dada por la idea generalizada de cuerpo como materia orgánica y opaca-.
contemporáneos a la visualidad como
reflejo que indaga en lo que parece imperceptible? ¿Una forma distinta de habitar y representar
el cuerpo? Esas respuestas, y en el caso de este artista, se dan generando una
condición inconclusa del cuerpo y estableciendo relaciones entre el fragmento y
la imposibilidad de la unidad como una totalidad corporal. Donde el cuerpo se
comporta como cara, como rostro en el espejo o reflejo volátil sin asidero
posible en la retina. El artista establece como solución a este interrogante
visual la yuxtaposición entre cuerpo y faz, una forma de establecer la
diferencia entre identidad –dada de forma primitiva por la cara- y colectividad
–dada por la idea generalizada de cuerpo como materia orgánica y opaca-.
Alejandro Marrero es quien aquí
desafía la opacidad del cuerpo, así como su presunta sacralidad, y se propone
hacer visible lo que es, en realidad, invisible. Un concepto mayor que la idea
de cuerpo y mayor que la idea de hombre. No es como levantarse a diario y confrontarse
con un espejo que nos devuelve la idea generalizada del hombre. Se trata de prolongar
esa exposición visual ante el espejo de Marrero que nos devuelve imágenes
desconcertantes y bellamente extrañas. El elemento expuesto aquí no es un
cuerpo herido ni nada de esa poética trasnochada, sino un intento real de
llegar a cuestionarse si lo que se observa es en realidad el propio cuerpo, el
reflejo como idea de materia o la rutinaria identidad.
desafía la opacidad del cuerpo, así como su presunta sacralidad, y se propone
hacer visible lo que es, en realidad, invisible. Un concepto mayor que la idea
de cuerpo y mayor que la idea de hombre. No es como levantarse a diario y confrontarse
con un espejo que nos devuelve la idea generalizada del hombre. Se trata de prolongar
esa exposición visual ante el espejo de Marrero que nos devuelve imágenes
desconcertantes y bellamente extrañas. El elemento expuesto aquí no es un
cuerpo herido ni nada de esa poética trasnochada, sino un intento real de
llegar a cuestionarse si lo que se observa es en realidad el propio cuerpo, el
reflejo como idea de materia o la rutinaria identidad.
Hoy día miramos y confrontamos el
cuerpo a través de la tecnología, es decir, nos relacionamos tecnológicamente.
Lo que en un inicio se planteaba como un recurso facilitador ahora se presenta
como el encierro de interpretaciones de la realidad, no la realidad misma. Alejandro Marrero en su primera individual
aborda ahora el conflicto de la propia visualización, generando una serie de
cuestionamientos sobre el ser, la identidad, lo real y, por qué no, lo virtual
lo virtual, así como la visión y el reconocimiento de nuestros cuerpos.
cuerpo a través de la tecnología, es decir, nos relacionamos tecnológicamente.
Lo que en un inicio se planteaba como un recurso facilitador ahora se presenta
como el encierro de interpretaciones de la realidad, no la realidad misma. Alejandro Marrero en su primera individual
aborda ahora el conflicto de la propia visualización, generando una serie de
cuestionamientos sobre el ser, la identidad, lo real y, por qué no, lo virtual
lo virtual, así como la visión y el reconocimiento de nuestros cuerpos.
El cuerpo no constituye, en parte
de la obra expuesta, únicamente la carcasa orgánica que lo contiene. Más allá
de los límites de la piel, se entrevé un mundo inaccesible a la vista de las
relaciones virtuales que intenta posicionarse como la copia de la relación
corpórea y real. El artista, aquí en la Stunt, trata de fabricar un entorno
menos opaco, más transparente e identitario.
de la obra expuesta, únicamente la carcasa orgánica que lo contiene. Más allá
de los límites de la piel, se entrevé un mundo inaccesible a la vista de las
relaciones virtuales que intenta posicionarse como la copia de la relación
corpórea y real. El artista, aquí en la Stunt, trata de fabricar un entorno
menos opaco, más transparente e identitario.