Osmosis. Blancas + Nicanor

Proyecto comisariado por Frasco Pinto y Dalia de la Rosa en TEA Tenerife Espacio de las Artes




Procedente del griego ὠσμός.
‘Osmos’ (empujar, impulso), y el sufijo –sis (acción).
  1. Fenómeno físico/químico esencial para el desarrollo de la vida. Movimiento de un solvente a través de una membrana semipermeable. De este trasvase puede surgir el equilibrio osmótico, que se alcanza cuando dos disoluciones separadas igualan su concentración aumentando o disminuyendo la cantidad de solvente.
  1. Mutua influencia entre dos personas o grupos de personas, sobre todo en el campo de las ideas.
‘Osmosis’ no es la clásica muestra dual. El proyecto nace del espontáneo acercamiento estético y conceptual que han desarrollado Julio Blancas y Carlos Nicanor. Sus intereses plásticos les llevan por una senda común, y sus trabajos desde el inicio del proyecto no han cesado de confrontarse hasta alcanzar una suerte de equilibrio osmótico.
Salvajes de la plástica.
Del
encuentro de dos artistas, Julio Blancas -Las Palmas de Gran Canaria, 1967- y
Carlos Nicanor -Las Palmas de Gran Canarias, 1974-, en un juego especular de
relaciones plásticas y de mecanismos de trabajo creativo nace Osmosis. Blancas + Nicanor, que parte de la colaboración, de la casi unión de
dos cuerpos creativos tan cercanos como lejanos. Osmosis es lo que se ve y lo que esconde cada pieza, sacando a la
superficie un sistema de relaciones complejo y delicado entre dos creadores
antagónicos pero complementarios que han recibido el reto de dialogar durante
un largo proceso de dos años.
Osmosis. Blancas + Nicanor es una muestra dual en la que los intereses plásticos de los
artistas les llevan por una senda común, pero más allá de esto la apuesta
arriesgada reside en la
necesidad de poner en cuestión los límites de cada artista, ofrecerles un concepto
común con el que jugar, desde el que dinamitar y luego erigir cualquier premisa
relacionada con sus trabajos. Y estos desde el inicio no han cesado de
entrelazarse, nutriéndose el uno del otro, componiéndose y descomponiéndose de
forma monumental. Cada uno en su propio lenguaje y separados generacionalmente
por unos pocos años son -en su unión- el ensamble perfecto para la recreación
de un cuerpo de piel y carne, de superficie rasgada y de encuentro doloroso
entre las fronteras epiteliales de una herida. La colaboración entre Julio
Blancas y Carlos Nicanor parte desde el ámbito anatómico-sensorial, donde el
concepto ósmosis alude a los signos artísticos de ambos como una estructura
indisoluble en equilibrio y en permanente construcción y crecimiento.


Las formas
producidas para Osmosis son puras en
cuanto a simplicidad anatómica, y contundentes en cuanto al establecimiento de
la confrontación entre ambos creadores. El binomio Blancas + Nicanor permite un
heterogéneo conjunto de interpretaciones cercanas a las formas Rorscharch, en
las que el ‘paciente’ insufla sus propias interpretaciones mentales sobre las
manchas de tinta. Las obras que componen la muestra son elementos ligados por
la atmósfera de la sala expositiva, donde las piezas se unen visualmente
mediante un juego lumínico y una disposición intencionadamente discursiva en
torno a la noción de cercanía y alejamiento. Se confrontan así ambos elementos,
obra y ambiente, mediante la fórmula de la sobriedad y el revisionismo hasta
llegar a una dualidad en equilibrio mediante el flujo de la narración y el
juego visual.

La
conjunción que se da, la fuerza de unión que plantea Osmosis es importante no sólo en su objetivo osmótico, sino también
en cuanto a la distancia de separación, de aire entre cada una de las piezas
generadas por Blancas y Nicanor. El espacio que les separa es el lugar de la
diferencia, el perímetro de la disociación y del desequilibrio. Osmosis como pieza dentro de la
exposición es el resultado de un acercamiento táctil y es por este motivo un
choque, un punto en el entramado del discurso expositivo que funciona como una
región ubicada más allá de los límites de la significación conceptual, debido a
la ausencia radical de espacio físico que aleje. Esta pieza es un delirio,
extraño para nosotros, que apela a la idea romántica de colaboración pero que
supone un viaje turbulento, un proceso alargado en el tiempo, de pérdidas y
reconexiones. Un apasionante efecto especular de imágenes contradictorias e
independientes donde a pesar de que el modelo natural sirve conexión
primigenia, se separan una y otra vez.

Julio Blancas y Carlos Nicanor en el estudio del primero.
Si nos preguntamos por la relación
creativa en un proyecto que une a dos salvajes de la plástica, ésta no se
desarrolla a modo de contestación, ni a través de reflejos. Blancas no actúa
como espejo de Nicanor, pues los reflejos de las superficies de grafito
devuelven una imagen diferente a la obra escultórica.
Al reparar en determinadas piezas como Aeonium. 2015 -Carlos Nicanor- o la
serie Sin título. 2014 Julio Blancas-  en la que se
despliega una destreza indómita en la conformación de superficies terrosas, queda
manifestado el gusto por los cuerpos geométricos para resaltar de tal forma en
ambos creadores. Mediante el ensamblaje de hexágonos, todos con sutiles
diferencias métricas, Nicanor nos introduce en un espécimen vegetal que podría
coexistir en lucha por la supervivencia en los entornos naturales creados por
Blancas a través de estratificaciones geométricas de negritud absoluta, con una
ausencia de horizonte que supera antiguos cuestionamiento de la plástica
canaria en cuanto que islas, en cuanto que entornos de horizontes cercanos. Tal
es la relación Blancas + Nicanor y tal es el salto al vacío desde el contexto
de cada uno. Mundos complejos y extraños se extralimitan en el espacio de la
sala con un desdoblamiento de la realidad de manos de Carlos Nicanor y una
metamorfosis de los paisajes de Julio Blancas.
 Se da en Osmosis. Blancas + Nicanor un choque de tres conceptos clave: la
autonomía artística, la alteridad y la herida cósmica. Esos tres
cuestionamientos donde, recordando a Rafael Argullol, lo propio del arte sería
la ‘viveza de la interrogación’, funcionan como un proceso cercano a la
dialéctica de dos artistas en búsqueda continua, pues el sentido de cada uno de
ellos es reclamar conceptos y espacios propios, quizá autónomos. Todo en
Osmosis es poliédrico, hay unas líneas
invisibles que conectan cada pieza y que generan una afección desde el
Génesis y el Toro gordiano hasta el cobijo final que se da entre Tipi y Tryptico.  
Osmosis es un proyecto incompleto, realizado
por piezas, a fragmentos y empujes. El concepto de alteridad aquí se encuentra
con un imposible, el uno no puede ser el otro. Es imposible llegar a serlo y es
absurdo pretenderlo. Siendo siempre extranjeros el uno para el otro: Carlos
Nicanor reconstruye arquetipos de Blancas, mientras que éste rodea y genera
circunvalaciones en torno al primero.
Los trazos de
Julio Blancas se desarrollan desde el despliegue de los nudos gordianos a los
bosques abigarrados de troncos y tramas vegetales, hasta derivar en un paso
arriesgado hacia bucles de aluminio recortado que se ensamblan, completan y
despliegan de un modo escultórico. Esas formas no son ajenas a las inquietudes
de Carlos Nicanor, artista analítico que comparte con Blancas la pasión por el
trabajo concienzudo. Nicanor marca desde el inicio un guiño tridimensional a
los trazos de Blancas a través de líneas ordenadas en una trama saturada de
radios negros. Una génesis salvaje que marca el origen y los impulsos que les
llevan hacia el meollo de este vínculo artístico: un nudo simbólico.
Hay una
doble voluntad en estos artistas, una dialéctica entre lo inaudito -lo nunca
visto- y el origen natural de los cuerpos geométricos que giran entre sí. Esto
establece una presión, ya que la tensión creativa entre las obras de Julio
Blancas y Carlos Nicanor se confronta mediante la fórmula de la desmesura y el
revisionismo indómito. Los artistas llegan a una dualidad en equilibrio mediante
el flujo de silogismos -donde se establecen tres preposiciones: Osmosis-Blancas-Nicanor,
y una se deduce de las otras dos, siendo Osmosis
el juego deductivo, la indagación- y el juego de la transgresión de límites.
¿Es ésta dialéctica un movimiento de opuestos? No es una semejanza sino un
arquetipo interiorizado y un habitar en un espacio de disenso, un dejarse
discurrir siempre con lo que parece un desdoblamiento.

Osmosis cuestiona la permeabilidad de esos
límites creativos que funcionan como una frontera epitelial impenetrable. Se
inician y se destruyen desde el movimiento que surge del génesis de Carlos
Nicanor, para perderse en el desarrollo individual de cada pieza, como
fragmentos de una maquinaria en la que se producen pequeñas colisiones cuya
fuerza de choque vuelve a alejarlos, a diferenciarlos en formas sensibles que
dotan al recorrido de un tiempo de latencia, una espera hacia la respuesta de
su observación.
Tras una
aproximación real y directa, Julio Blancas construye un simulacro de hábitat
que da cobijo, un lugar donde estar y desde el cual iniciar una relación en
continua re-inversión con la construcción tridimensional de Carlos Nicanor.
Este acercamiento artístico traspasa los contornos del extrañamiento que
acompaña mientras se atraviesa Osmosis y llega a un discurso común: el
equilibrio narrativo que sobrepasa sólo unos segundos el curso de la autonomía
creativa de cada artista. Cada uno se mueve dentro de su propio territorio
hasta un radical espacio de unión, una región ubicada en la empatía.

La
ambigüedad a nivel expositivo reside en que relacionalmente se estructura como
un mecanismo que una vez ensamblado funciona por sí solo, una ejecución
mecánica en la que no participa la conciencia pero sí las leyes de la
naturaleza perceptiva. La fisionomía antinatural de las obras se corresponde
directamente con recodos de la humanidad, tales como el deseo encarnado en
materiales reflectantes y diferentes texturas, una musculación visual que
simboliza sensaciones corpóreas.

La relación
entre las obras se fija a modo de espejos que conforman los planos de una
especie de cosmografía de esa alteridad presente en ambos artistas. Un cosmos
que es un acto reflejo en Julio Blancas, y donde la forma surge no de una
manera naturalista en cuanto copia de la naturaleza, sino a través de cavidades
reflectantes que generan con el grafito las formas de la naturaleza desde el
prisma gordiano. Un universo de paradigmas que en Carlos Nicanor potencia el
límite de la diferencia mediante ironías visuales.
Desde los
preámbulos creativos de Julio Blancas sus superficies concentradas y
relumbrantes generan nexos cóncavo-convexos en forma de línea sobre línea, nudo
sobre nudo, con una dificultad técnica llevada al agotamiento físico. Esa línea
de grafito que se llega a retorcer sobre sí misma se ha emancipado hasta
convertirse en puro trazo exento de la superficie. Aquellos nudos gordianos
conectan ahora de forma natural con las innovadoras formas creadas en el marco
de Osmosis. Esos nudos cuyo enigma
descansaba en la  dificultad de no poder
resolver su forma, es ahora un objeto encontrado, un obstáculo salvable en el
espacio.



La línea de
montaje de Osmosis. Blancas + Nicanor
requiere restablecer una conversación entre las obras de estos artistas cuyo
choque pendular es continuo. Se trata de la recreación de un diálogo entre las
obras que generan un espacio flexible cuyo recorrido y ritmo potencia la
vibración entre ellas a la vez que la red discursiva Blancas+Nicanor  hecha a sí misma a través de engranajes, esto
es, las pone en sintonía. Es un juego de los objetos encontrados en la sala,
diseminados a modo de latencia, esperando ese tiempo de reacción. Esa latencia
se da tanto entre las obras como en la atmósfera global. La piezas crecen a
partir de las que se descubren a su alrededor, interaccionan y se dan la
espalda al mismo tiempo, determinando así el diálogo necesario.

Como
propuesta dual, se desarrolla la relación de Blancas y Nicanor a través de la
membrana imperceptible de los mecanismos de comunicación. Desde el encuentro
fortuito hasta la conversación plástica, los límites quedan expuestos y chocan
con un resultado que va más allá del fenómeno osmótico. De este modo se percibe
una oscilación, un rodeo que se advierte en Blancas + Nicanor como una forma
pendular; un movimiento de acercamiento y distanciamiento continuo, de impulso
y acción. No existe un equilibrio osmótico hasta el final, que se da casi de
forma accidental, pero sí una incesante contestación que hace que nos
preguntemos por esa confrontación continuada entre las regiones fronterizas de
su propios cuerpos y sus ideas. De ahí la dificultad de definir el conjunto
como una esencia única. La voluntad de ambos artistas es preguntarse a sí
mismos por esa simbiosis equilibrada de tecnicidad e idea.

Es el paisaje, lo que define la
plástica de Julio Blancas y Carlos Nicanor. Ellos son producto de sus entornos,
de sus elaboraciones artificiosas y de su percepción de la naturaleza. Cada
elemento del paisaje natural, humano y social es sustrato empático de ambos
artistas como un modelo natural y orgánico repleto de forma picudas y
superficies curvilíneas. Ambos señalan el camino del aspecto matérico como
esencia del mundo exterior. Un camino que discurre en el territorio de la sala,
poniendo en relación estas representaciones son el espacio indefinido de una
región ubicada más allá de los límites de la significación territorial y de la
representación plástica, se posicionan desde otra perspectiva: la poética. La
forma estética pierde su relevancia para centrar la atención en la cuestión de
la confrontación y del refugio de cada artista.

Génesis. Carlos Nicanor

Toro Gordiano. Julio Blancas

Mon. Carlos Nicanor

Pértiga. Carlos Nicanor

Sweet de Carlos Nicanor y Parabólica S/T de Julio Blancas

S/T de Julio Blancas y Aeonium lignum de Carlos Nicanor

Tipi de Carlos Nicanor y Tripi y Tríptico de Julio Blancas

Aeonium lignum. Carlos Nicanor

S/T. Julio Blancas

Rorschach.Carlos Nicanor

S/T. Julio Blancas

Lucero del alba. Carlos Nicanor

S/T. Julio Blancas

Detalle de Nudos gordianos. Julio Blancas
Maletín de emergencia para 500 nudos gordianos. Julio Blancas
Fotografías: Juame BravoFrasco Pinto y  Dalia de la Rosa.
Exposición: Osmosis. Blancas + Nicanor
Artista: Julio Blancas y Carlos Nicanor
Lugar: TEA Tenerife Espacio de las Artes
Fechas: marzo 2015
Back to Top