“Escribir es lo
interminable, lo incesante.”
interminable, lo incesante.”
Blanchot
A la altura de las circunstancias es la intervención del
artista Joaquín Artime para la
exposición colectiva comisariada por Marlonde Azambuja en el Espacio OTR de Madrid en el marco de la feria Estampa recientemente clausurada.
artista Joaquín Artime para la
exposición colectiva comisariada por Marlonde Azambuja en el Espacio OTR de Madrid en el marco de la feria Estampa recientemente clausurada.
El lenguaje habla a través de nosotros como una reiteración permanente
y presente de forma incesante en el cuerpo como contendor de palabras. La
aglomeración de su representación gráfica en el espacio se establece como reto
en La
vietnamita, una muestra que se desarrolla en torno a la idea de
repetición, reiteración y reproductibilidad, conceptos que describen a grandes
rasgos un proyecto en el que los artistas tratan de una forma u otra las
nociones de reproducción benjaminiana y de resistencia asociada a la idea de la
vietnamita como máquina que en el régimen franquista utilizaba el bando
republicano para reproducir panfletos de resistencia.
y presente de forma incesante en el cuerpo como contendor de palabras. La
aglomeración de su representación gráfica en el espacio se establece como reto
en La
vietnamita, una muestra que se desarrolla en torno a la idea de
repetición, reiteración y reproductibilidad, conceptos que describen a grandes
rasgos un proyecto en el que los artistas tratan de una forma u otra las
nociones de reproducción benjaminiana y de resistencia asociada a la idea de la
vietnamita como máquina que en el régimen franquista utilizaba el bando
republicano para reproducir panfletos de resistencia.
Joaquín Artime es un artista que se vincula siempre a la
eterna búsqueda de sí mismo, con un análisis obsesivamente autobiográfico, y al
registro de todo aquello que le rodea. Ese afán por preservar proceso, objeto y
circunstancia encontrada le convierte en un símil del testigo que le aleja de
la pintura como espacialidad primigenia para convertirse en cuerpo de acción.
Artime tienta constantemente los límites por la necesidad de ofrecer distintos
niveles de lectura, de ahí el desarrollo que experimenta desde que comenzara a
usar las letanías de forma expresiva. Éstas como cuerpos de texto escritos al
revés sin espacios ni signos de puntuación comenzaron a desplegarse por
diferentes superficies, cristalinas en su mayoría, pero también de forma vírica
sobre objetos de uso cotidiano.
eterna búsqueda de sí mismo, con un análisis obsesivamente autobiográfico, y al
registro de todo aquello que le rodea. Ese afán por preservar proceso, objeto y
circunstancia encontrada le convierte en un símil del testigo que le aleja de
la pintura como espacialidad primigenia para convertirse en cuerpo de acción.
Artime tienta constantemente los límites por la necesidad de ofrecer distintos
niveles de lectura, de ahí el desarrollo que experimenta desde que comenzara a
usar las letanías de forma expresiva. Éstas como cuerpos de texto escritos al
revés sin espacios ni signos de puntuación comenzaron a desplegarse por
diferentes superficies, cristalinas en su mayoría, pero también de forma vírica
sobre objetos de uso cotidiano.
Cada una de estas intervenciones ahondaba en un texto
autobiográfico, nada casual y vinculado a su tiempo más cercano, a su
testimonio como sobreviviente de su propia vida. A la altura de las circunstancias quizá puede convertirse en el fin
de un ciclo que empezara con la necesidad de subvertir el soporte de
comunicación y trasladarse de forma expresiva a otras superficies alejadas del
lienzo. Artime se está transformando en
artista de acción, con un componente de performatividad que desde la
pintura planteaba escenas cotidianas
como acciones diarias vinculadas a formas humanas que pocas veces coincidían
consigo mismo, pero que ahora con la reproducción lingüística toma la posición
más honesta posible con el cuerpo y con su movimiento, siempre presente como
límite y comienzo.
autobiográfico, nada casual y vinculado a su tiempo más cercano, a su
testimonio como sobreviviente de su propia vida. A la altura de las circunstancias quizá puede convertirse en el fin
de un ciclo que empezara con la necesidad de subvertir el soporte de
comunicación y trasladarse de forma expresiva a otras superficies alejadas del
lienzo. Artime se está transformando en
artista de acción, con un componente de performatividad que desde la
pintura planteaba escenas cotidianas
como acciones diarias vinculadas a formas humanas que pocas veces coincidían
consigo mismo, pero que ahora con la reproducción lingüística toma la posición
más honesta posible con el cuerpo y con su movimiento, siempre presente como
límite y comienzo.
Detalle de “A la altura de la circunstancias” en relación con la obra de Ana Pérez Ventura “100 metros en Do mayor (694 octavas)” |
La letanía desarrollada sobre la pared del altillo del
espacio formando una estructura en “L” no se expande intencionadamente hacia
los cristales como es habitual en el artista. Esta vez no existe el juego del
reflejo, de la transparencia, si no que las palabras se asientan sobre la
opacidad del muro. Ésta es una contaminación contenida, una reflexión acerca
del problema de la reproductibilidad, repitiendo una y otra vez el mismo canon-mantra
discursivo con posiciones corporales cambiantes sujetas a una duplicidad
afortunada, el empleo de 20 horas de trabajo y 20 rotuladores para escribir.
espacio formando una estructura en “L” no se expande intencionadamente hacia
los cristales como es habitual en el artista. Esta vez no existe el juego del
reflejo, de la transparencia, si no que las palabras se asientan sobre la
opacidad del muro. Ésta es una contaminación contenida, una reflexión acerca
del problema de la reproductibilidad, repitiendo una y otra vez el mismo canon-mantra
discursivo con posiciones corporales cambiantes sujetas a una duplicidad
afortunada, el empleo de 20 horas de trabajo y 20 rotuladores para escribir.
Las coincidencias no existen para Joaquín Artime, todos los
encuentros que a priori se presentan
como fortuitos tienen una lectura de destino tanto en su vida como en su obra.
Por lo que éste –la sincronía- es el punto en el que el contexto también
funciona como contenido de unos códigos lingüísticos que se plantean como
soluciones de continuidad, que no pasan por la resolución si no por la
conveniencia del uso antigramatical del elemento primordial del lenguaje: la fluidez
comunicativa, reelaborada aquí en un muro opaco cuya medida metafórica es 20×20. ¿Llegamos aquí a la aporía de su obra? Puede
que aquí se presenta un quiebre, una inviabilidad racional entre la utopía personal
y el desencanto. La imposibilidad de uso, de la precisión de su lectura al
revés no acerca si no que aleja. Tras la pérdida de reglas nos adentramos
en un agramatismo visual y espacial que
juega con el paradigma afásico del lenguaje en trance de descomposición,
desarrollándolo a la inversa. El artista elimina la relación de semejanza
mediante el automatismo de repetición, toma su principio en la insistencia de
la cadena significante como correlativo de la existencia. Desde el lugar
extrínseco –donde se sitúa el sujeto-, no representa la experiencia sino la
inconsciencia como el discurso del OTRO; el propio Artime transformado en
exterior de sí mismo.
encuentros que a priori se presentan
como fortuitos tienen una lectura de destino tanto en su vida como en su obra.
Por lo que éste –la sincronía- es el punto en el que el contexto también
funciona como contenido de unos códigos lingüísticos que se plantean como
soluciones de continuidad, que no pasan por la resolución si no por la
conveniencia del uso antigramatical del elemento primordial del lenguaje: la fluidez
comunicativa, reelaborada aquí en un muro opaco cuya medida metafórica es 20×20. ¿Llegamos aquí a la aporía de su obra? Puede
que aquí se presenta un quiebre, una inviabilidad racional entre la utopía personal
y el desencanto. La imposibilidad de uso, de la precisión de su lectura al
revés no acerca si no que aleja. Tras la pérdida de reglas nos adentramos
en un agramatismo visual y espacial que
juega con el paradigma afásico del lenguaje en trance de descomposición,
desarrollándolo a la inversa. El artista elimina la relación de semejanza
mediante el automatismo de repetición, toma su principio en la insistencia de
la cadena significante como correlativo de la existencia. Desde el lugar
extrínseco –donde se sitúa el sujeto-, no representa la experiencia sino la
inconsciencia como el discurso del OTRO; el propio Artime transformado en
exterior de sí mismo.
Símbolo, icono e indicio son los únicos parámetros para
crear una trama en el discurso. Dentro del contexto espacial se genera un
monolito visual, que propone la diferencia dentro del contexto cotidiano, un
símbolo, un componente de futuro como icono gráfico. Esta interacción espacial
cambia algo, la forma de relacionarse con el espacio del intérprete –Artime no
trata al espectador como mero observador sino como una suerte de exégeta- que
imita la noción de cuerpo girando la cabeza, el cuello, la columna, siendo lo
opuesto a la pasividad visual. Llegar a la relación entre las palabras A-la-altura-de-las-circunstancias
supone la necesidad de eliminar los espacios y los signos de puntuación entre
ellas, reducirlo literalmente al cuerpo del lenguaje. Una lógica con un
simbolismo concreto y que recupera lo que en el mundo es complejo por la suma
de los hechos. Artime lo que genera es, a través de la eliminación de cualquier
asidero lingüístico, la evidencia de los límites, de los límites del campo
visual sin opción a la dialéctica por lo que no se puede pensar ningún objeto
–cuerpo de letra- fuera de su conexión con otros objetos, de tal manera que la
relación entre pensamiento y lenguaje es la propuesta de significado.
crear una trama en el discurso. Dentro del contexto espacial se genera un
monolito visual, que propone la diferencia dentro del contexto cotidiano, un
símbolo, un componente de futuro como icono gráfico. Esta interacción espacial
cambia algo, la forma de relacionarse con el espacio del intérprete –Artime no
trata al espectador como mero observador sino como una suerte de exégeta- que
imita la noción de cuerpo girando la cabeza, el cuello, la columna, siendo lo
opuesto a la pasividad visual. Llegar a la relación entre las palabras A-la-altura-de-las-circunstancias
supone la necesidad de eliminar los espacios y los signos de puntuación entre
ellas, reducirlo literalmente al cuerpo del lenguaje. Una lógica con un
simbolismo concreto y que recupera lo que en el mundo es complejo por la suma
de los hechos. Artime lo que genera es, a través de la eliminación de cualquier
asidero lingüístico, la evidencia de los límites, de los límites del campo
visual sin opción a la dialéctica por lo que no se puede pensar ningún objeto
–cuerpo de letra- fuera de su conexión con otros objetos, de tal manera que la
relación entre pensamiento y lenguaje es la propuesta de significado.
La forma del discurso no está sujeto al empleo de figuras
retóricas, pues la retórica implica una desviación del sentido que parte
siempre de la existencia de un punto de partida o de un límite, un “grado
cero”, un apartarse de la gramática que se aleja de la norma. Artime dinamita
esas reglas de comunicación y utiliza el lenguaje como huella expresiva, como
indicio que se posiciona en su propio grado cero, alejándose de lo inesperado y
usando el shock psíquico como una
categoría textual, estableciendo relaciones significativas nuevas.
retóricas, pues la retórica implica una desviación del sentido que parte
siempre de la existencia de un punto de partida o de un límite, un “grado
cero”, un apartarse de la gramática que se aleja de la norma. Artime dinamita
esas reglas de comunicación y utiliza el lenguaje como huella expresiva, como
indicio que se posiciona en su propio grado cero, alejándose de lo inesperado y
usando el shock psíquico como una
categoría textual, estableciendo relaciones significativas nuevas.
Esta pieza plantea un descontexto y un desconcierto donde el
intérprete, como decíamos, tiene un papel importante. Artime no disfraza la
palabra de otra cosa que no sea su origen formal, sino que concibe la
experiencia como la experiencia del silencio, el tránsito de una letra a otra. Así
mismo, se percibe de forma literal que “los
límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” tal y como prefiguraba de
forma radical Wittgestein. Esto es reconocer la totalidad del sistema de
comunicación y la determinación lógica del mundo. A la altura de las circunstancias es la tautología:
límite-mundo-lenguaje y su reiteraciones el inicio de lo que viene en Joaquín
Artime.
intérprete, como decíamos, tiene un papel importante. Artime no disfraza la
palabra de otra cosa que no sea su origen formal, sino que concibe la
experiencia como la experiencia del silencio, el tránsito de una letra a otra. Así
mismo, se percibe de forma literal que “los
límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” tal y como prefiguraba de
forma radical Wittgestein. Esto es reconocer la totalidad del sistema de
comunicación y la determinación lógica del mundo. A la altura de las circunstancias es la tautología:
límite-mundo-lenguaje y su reiteraciones el inicio de lo que viene en Joaquín
Artime.