Fies(t)sole es el título que abarca la nueva producción de Julio Blancas, un cruce entre el afecto hacia la figura del poeta, narrador, psiquiatra… Carlos Pinto Grote y, lo que podríamos ver como un episodio que se suma a la línea del choque osmótico que tuvo lugar en 2015 con Osmosis. Blancas+Nicanor. Esta exposición individual tiene la temperatura exacta y el laborioso e implacable trabajo con el que Blancas, como artista con esa característica convicción en los pasos que da, nunca se queda corto. Él mide, medita, observa, se rodea de la materia y reconoce el paisaje y su vinculación a las formas –las estrictamente definidas de antemano en la naturaleza- para desplegar esa fuerza que de forma continua sobresale de los estratos terrosos, de los cortes montañosos y de las raíces entrecruzadas. Del grafito y el barro emergen superficies pulidísimas y una tridimensionalidad especular. Fies(t)sole es una lucha, una precondición de su práctica artística, inherente siempre a su poética, un poema reconvertido a la espontaneidad de la interpretación y del espacio polisémico que encuentra menos resistencia de la que cabe esperar.
Con esta muestra toman cuerpo diferentes dimensiones en los distintos espacios de la Galería Artizar. Asimilar la palabra dimensión, no tiene por qué guardar un único sentido, cabe la posibilidad de que tenga que ver con medir, es decir, tomar nota de algún tipo de magnitud, pero también con describir el aspecto o faceta de algo determinado. Este término goza de una anchura de significados que desde la plástica es todavía mayor, y como tal el lenguaje se estira y dilata. Fies(t)sole no expresa una sola dimensión, cada pieza/palabra tiene un sentido poliédrico, una dimensión múltiple. Domingo Pérez Minik dijo del poeta, que elaboraba una “poesía sin contaminación” en la que las circunstancias se tornaban atemporales. Esta dimensión es una de las capas de profundidad que encontramos en Julio Blancas, esa atemporalidad que tiene que ver, lejos de la universalidad maniquea, con el compromiso y con la adopción de una postura arriesgada y quizá peligrosa: colocarse sobre la dimensión, sobre la generalidad de las cosas para terminar acercándose todo lo posible.
Desde este punto, el grafito es una palabra dimensionada, ordenada de forma metódica en la superficie, colocada para producir una relación concreta. Así, ¿se puede decir que Blancas sobredimensiona el dibujo? No, no podemos eludir la complejidad terminológica –a partir de lo visual-, mientras que un texto como este no puede decir nunca toda la verdad –porque está escrito desde la subjetividad y la admiración-, lo interpretativo tiene de verdad lo que tiene de verídica la imagen. El dibujo se instala sobre la dimensión de nuestra percepción. Con Fies(t)ole se produce el desconcierto y la emoción de haberse acercado de nuevo a Julio, a su capacidad de visión poliédrica, a las derivas de las tierras del barranco que construyen un paisaje que se digiere a sí mismo, ahora, desde aquí se encuentra (encuentro) el choque osmótico, consigo mismo.
Nos (me) mueve una verdadera ansia cuando compartimos un espacio con Blancas, por habitar los “lugares” pétreos que construye, por desdibujar lo límites que van engullendo los lodos, y por asistir a la celebración que viene después. Esto es lo que nos mantiene expectantes y alerta. La narración no la dicta Julio Blancas, su obra ya es una exégesis que expone un relato, una memoria, unos sedimentos o, si se quiere, un momento suspendido en una delgada línea sobre(la)dimensión.